Las manchas en la piel son el resultado de una alteración en la pigmentación de la piel que se traduce en un cambio en la cantidad de melanocitos. Su eliminación es posible siempre que se determinen sus causas, su tipología y la terapia más eficaz.
Tipos de manchas en la piel
Antes de comenzar a exponer cuáles son los tipos existentes, es importante aclarar que las más conocidas son las pecas (efélides), los lunares (manchas melanocíticas), las manchas de nacimiento, las de origen hormonal, las provocadas por los rayos del sol (cloasmas y measmas), la hiperqueratosis por la edad y los léntigos solares, aunque no son las únicas.
Al realizar una división más genérica podemos afirmar que las manchas se dividen en:
– Hipercrómicas. Son las que se producen por un exceso de melanina, lo que contribuye al oscurecimiento de la piel.
– Hipocrómicas. La falta de melanina provoca el aclaramiento de la piel.
Para clasificarlas correctamente las que padecemos debemos evitar el autodiagnóstico y contar siempre con la opinión de un profesional que determine qué sucede y cómo se puede solucionar de forma eficaz.
¿Por qué aparecen y dónde son más frecuentes?
Las causas son diversas, ya que entran en juego diversos factores que inciden en su aparición. Sin embargo, podríamos resumirlos en los siguientes puntos:
– Un exceso de melanina. El mismo provoca la aparición de la mancha.
– La exposición al sol. Puede convertir las manchas en temporales (lunares y pecas) o bien convertirlas en melasmas.
– La edad. El paso del tiempo origina que la piel comience a desgastarse, lo que unido al apartado anterior favorece que la queratosis o los léntigos hagan acto de presencia.
Las manchas en la piel aparecen en las zonas del cuerpo más expuestas al sol. Así, la cara, las manos, el cuello o los brazos suelen ser en las que se muestran con mayor asiduidad, aunque pueden evidenciarse en cualquier parte dependiendo de los hábitos de la persona a lo largo de su vida en cuanto a la protección ante los rayos del sol y al uso de productos específicos para el cuidado de la piel.
Tratamientos para eliminarlas
Los siguientes tratamientos son de los más eficaces para conseguir un espléndido resultado que permita al paciente recuperar el tono de su piel tras algunas sesiones.
Láser o IPL: sus claves
Ambas opciones tienen como peculiaridad su capacidad para llegar a las capas más profundas de la piel propiciando el cambio en su tonalidad. Así, el haz de luz elegida se encarga de ir borrando las lesiones, de aumentar la producción de colágeno, de eliminar la atrofia cutánea y de modificar el tejido graso bajo la piel.
El secreto del éxito de esta terapia reside en que con una única herramienta es posible lograr todos los efectos arriba mencionados. Resulta especialmente útil en casos de lentiginosis y cuperosis. Además, logra la reprogramación del organismo que corrige, de forma natural, la cantidad de melanina a utilizar en la zona tratada. Quitar manchas con láser o con luz pulsada conlleva el uso de gafas protectoras y la aplicación de la intensidad que estime oportuna el especialista. Es habitual tener que someterse a diversas sesiones para ir comprobando su efectividad con el paso de los días. Tras someterse a esta terapia, suele producirse cierto enrojecimiento o ligeras molestias que se calman siguiendo las recomendaciones del especialista.
Peeling despigmentante
Esta técnica de peeling facial se encarga de renovar las capas más externas de la piel borrando las lesiones arriba descritas y logrando la regeneración celular. El proceso comienza con la aplicación de sustancias químicas que abren la epidermis para facilitar la entrada de los compuestos destinados a equilibrar el nivel de pigmentos.
Este tratamiento consigue eliminar más del 90 % de las manchas. Los pacientes pueden experimentar algún tipo de molestia justo tras el tratamiento, aunque estos síntomas van remitiendo de manera natural.
Cómo evitar que vuelvan a aparecer
A pesar de la eficacia de los tratamientos anteriores, repetir los hábitos que llevaron a su aparición es siempre contraproducente. Tras suprimir una mancha es imprescindible protegerse del sol a diario tanto con las cremas correspondientes como con medios físicos. Debemos tener en cuenta que es totalmente imposible no tener manchas si tomamos el sol sin protección.
Es más, la piel graba cualquier tipo de lesión que reciba durante toda la vida. Incluso tras haber eliminado una mancha, es muy probable que vuelvan a aparecer pequeñas manchas como resultado de los hábitos previos del paciente.
Para facilitar esta tarea, nada mejor que tener siempre presente no pasear durante las horas centrales del día, cuidar la piel cuando se va de vacaciones, proporcionarle los nutrientes que reclama para mantener su elasticidad y, sobre todo, seguir los consejos del dermatólogo para garantizar la salud cutánea.
Las manchas en la piel pueden dejar de constituir ese problema en la imagen que tanto distorsiona la autoconcepción, rejuveneciendo y mejorando la elasticidad de la piel. Confiando en dermatólogos con experiencia y sometiéndonos a alguna terapia podremos rejuvenecer la piel de forma tan eficaz como recomendable.
Así, acudir a una clínica estética en Madrid especializada en estos tratamientos es siempre una buena opción. Podemos solicitar una cita para un primer estudio gratuito que sirva de base para seleccionar cuál es el tratamiento más recomendable para cada caso particular, logrando así la recuperación total de la piel del paciente. ¿Por qué esperar para lucir nuestra mejor versión?